martes, 6 de abril de 2021

IMITANDO A GIANNI RODARI. CUENTOS PARA JUGAR


 Os proponemos un pequeño juego: 

El genial autor infantil Gianni Rodari tiene un precioso libro de cuentos cortos llamados "Cuentos para Jugar". En el nos propone el original inicio de un cuento corto para ofrecernos tres finales alternativos, de los cuales elegiremos el que más nos guste (o imaginaremos otro que nos convenza más).

En este caso, elegimos el inicio de un cuento de un@ de los alumn@s del  centro. A ver si se te ocurre algún final....

Lo puedes poner en comentarios abajo

"En un no muy pequeño pueblo de Valladolid, llamado Tudela había un colegio en el que en la case de sexto había un reloj viejo, al cual nadie hacia casi nada de caso; solo a la salida o a la hora del recreo, por lo que el reloj empezó a no tener uso hasta el punto de que tuvo que cobrar vida para hacer algo y no quedarse oxidado. Y así fue que cobró vida.
Aunque hubiera cobrado vida y le salieran ojos, seguía sin que nadie le prestra atención y pensaban que los ojos, brazos y piernas eran pegatinas que algún gracioso había pegado. El reloj tampoco es que pudiera hacer mucho porque estaba clavado a la pared, pero unas cuantas cosas sí que podía hacer. Los primeros días que estuvo con vida simplemente estuvo observando las clases, aunque de vez en cuando se durmiera por lo que la hora se atrasaba y los niños no salían al recreo y salían tarde para comer. Después de una semana de que el reloj cobrara vida empezaba a sonar a destiempo, por ejemplo: a las 11:30 sonaba y los niños se ilusionaban de que ya era la hora del recreo lo cual no lo era y se echaba unas risas. El viernes sonaba a las 13:30 lo cual hacía que los niños empezaran a correr despavoridos y el profesor les empezaba a gritar diciendo que no era lo hora, lo cual hacía que los niños volvieran tristes a sus asientos y que el reloj casi se rompiera de la risa. Repetía eso consecutivamente durante todo un mes porque se aburría mucho. 
Después del mes, el reloj se movía a su gusto más rápido o más despacio, se paraba, aceleraba dos horas etc... Al cabo de dos meses o por ahí la clase decidió tirar el reloj a la basura debido a que pensaban que estaba roto, pero al quitar el reloj de la pared, el reloj estaba libre y sus piernas y brazos empezaron a funcionar....

1 comentario:

  1. Se puso a escalar de nuevo por la pared para llegar al sitio donde siempre había estado. Libre de estar clavado, bajaba por las noches a los pupitres y se dedicaba a gastar bromas a l@s alumn@s. Por el día seguía haciendo lo mismo: se adelantaba o atrasaba para ver cómo les sentaba a l@s chic@s sus travesuras. Se partía las agujas al ver los enredos que provocaba cambiando los diccionarios de sitio o colocando las reglas y compases en otros lugares. Tantas montaba que empezó a correr el rumor por el cole de que esa clase tenía duendecillos misteriosos que cambiaban las cosas de sitio y hacían embrujos y bromas a l@s alumn@s que por allí pasaban. Decidió entonces que ya era hora de cambiar de clase...quién sabe si también cambiar de colegio...Llevaría sus bromas por todos lados. Así que ya sabes: si has notado que algo de clase no estaba donde lo has dejado, mira encima del encerado, que a lo mejor tienes al culpable.

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